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Historia de amor 1.2


Historia de amor (Ver. Editada)
(Historia original: Yonshesko Blandela. Basada en el cómic 'Historia de amor', realizado por Yonshesko Blandela en abril de 2000)

2 – Novios.


Pasaron dos semanas, en las cuales nos seguimos tratando, y poco a poco la convivencia se tornó en confianza y amistad. Un día, el 16 de septiembre para ser exacta, Helí me invitó a salir. Lo recuerdo perfectamente. Eran las 5:00 de la tarde en punto cuando pasó por mí a mi casa. Por suerte no estaba mi mamá, que si no, pobre Helí, le hubiese ido muy mal. Mi madre es una persona muy especial. Ha cambiado mucho. Desde que tiene problemas de menopausia, se volvió enojona, muy sensible y caprichosa. Está de mal humor la mayor parte del día. No acepta visitantes extraños, al menos que sea un pariente, alguna persona del club al que asistimos cada fin de semana, al que voy a fuerzas; o algún hijo de sus comadres de pomposo apellido que intente cortejarme.

El príncipe de esta historia llegó puntual a la cita, lo que me dio mucha pena. Yo aún no estaba lista. Y para colmo de males, se me quemó la blusa morada que planchaba, no encontraba los zapatos que tanto me gustan, unos negros de hilos delgados, y el perro no dejaba de ladrarle a Helí, al no conocerlo.


- Te dejaron con carcelero – expresó sonriente – yo así me rajo.


- ¡Ah, no! – contesté jugando – ahora cumple su promesa, señor conquistador. Spike, mi perro, no muerde tan fuerte.


Tuvimos una cita increíble, entre los festejos de la Independencia de México en la plazuela que está afuera del Palacio Municipal. Las luces, música de mariachi y banda sinaloense, cohetes, serpentinas, confeti y mucho ambiente festivo, le dieron un toque de magia a la tarde, que pronto se convirtió en noche.


Entre la conversación y las sonrisas, resultó que coincidimos en muchos de nuestros gustos: el mismo sabor de helado, caminar por el Malecón y mirar la puesta de sol, la música, ir al cine, entre otras cosas. Aunque no se me declaró ese día, sabía que él era el indicado. Estaba segura de que cuando me pidiera que fuera su novia, yo no lo pensaría mucho.


Salimos en otras ocasiones y me sentía muy feliz. Disfrutaba cada momento que estaba junto a él, era muy divertido. Hacía comentarios graciosos. No paraba de reír. Era como un niño, aunque físicamente ya estaba demasiado desarrolladito: 1.80 metros de estatura, delgado, moreno, manos grandes y gruesas, barba partida y una sexy sonrisa torcida. ¡Esa sonrisa de labios gruesos! Vestía ropa tipo sport; aunque los deportes no eran lo suyo, lo hacía por comodidad. Además siempre olía fresco, como recién salido de darse un baño. Tan sólo verlo se te antojaba apretarlo y comértelo a besos.


Cómo extraño esos días.


A días de nuestra primera cita, en cierta ocasión mi mamá entró en mi habitación sin avisar.


- ¿No te has cambiado? - preguntó.


- Mamá, sabes que no quiero ir al club, esas personas no me caen nada bien y...


- Vas a cambiarte porque en cinco minutos nos vamos – interrumpió Catalina, mi madre - Tu padre está esperando en el coche, es un milagro que nos acompañe. Anda hija, sólo faltas tú, ¿qué esperas? Cámbiate ya.


Mi mamá: un gran problema. No la entendía. Quería mi felicidad, pero era más fuerte su ambición. Me llevaba a conocer gente de la alta sociedad para que encontrara a alguien digno de mí. Pero, ¿quién soy yo para tanto honor? Además, nadie me caía bien, sentía que no encajaba entre tanta gente pretenciosa.


Tenía que disimular muy bien cuando estaba entre las personas que acudían a ese club del engaño. Salía la actriz que nunca he sido. Jugaba perfectamente mi papel de princesita educada.


A mi madre nunca le cayó bien Helí, al contrario, decía que ni con sus músculos y lo bien parecido que era, sería un buen partido para mí. No era alguien de apellido reconocido y, por supuesto, no me daría la vida que yo me merecía.


Tonterías.


Harta de tanta falsedad y de ese mundo de apariencias, salí corriendo del club. No me detuve hasta la sexta cuadra. Llamé a Helí por teléfono en cuanto saqué mi celular de la cartera. – “Te veo en la palapa frente al mar, donde siempre nos sentamos a contemplar el atardecer. Estaré en 15 minutos” – hablé sin respirar y colgué rápidamente. Miré hacia la calle y tomé el primer taxi que pasó frente a mí.


Él llegó quince minutos después que yo. Cuando lo vi, corrí a sus brazos, mientras mis ojos se inundaban de lágrimas.



No dijo nada, sólo me abrazó. Sentir esos brazos cálidos me reconfortaba tanto.


 Seguí llorando desconsolada, de pronto giré mi rostro y miré de frente al suyo. En un segundo nos fundimos en un beso grandioso al compás de las olas del mar.


- ¿Necesito decirte lo que siento? – me preguntó.


- ¿Es necesario responder? – le dije.


Y creo que ahí fue cuando inició nuestro noviazgo. Frente al mar. Con una puesta de sol maravillosa. Una mujer hecha un mar de lágrimas, con el rímel corrido, un tanto despeinada, pero abrazada por el hombre de su vida.

(Continuará...)



© 2014 Yonshesko Blandela/ Franko Yoshua Pineda


* La historia completa en De tus labios de fuego


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