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Historia de amor 3.18



Historia de amor
(Historia original: Yonshesko Blandela. Basada en el cómic 'Historia de amor', realizado por Yonshesko Blandela en abril de 2000)


Sussy (3.18)



18 - Boda

Faltaban sólo dos horas para la boda. Nahuí prácticamente estaba lista: maquillada y vestida. El velo lo dejó para el último. Todos en la habitación daban vueltas por doquier. Tenían mucha prisa por celebrar la unión de dos seres que serían infelices por el resto de sus días, o por lo menos uno de ellos: mi mejor amiga.

Cansada y decepcionada de tanta desdicha, salí por la puerta principal a tomar un poco de oxígeno. No fumo, pero sentía la necesidad de encender un cigarrillo, fumarlo y calmar un poco mis nervios.

Minutos atrás dejé las últimas esperanzas al salir de casa. Mi mejor amiga se casaría en unos momentos con un señor mayor que ella, a quien no amaba, y además estaba enamorado de la suegra. Un torbellino de mentiras que ya no podía detener.

Mi frustración llegaba al clímax cuando doña Cata se me acercó para agradecerme estar al lado de Nahuí en este día tan especial para toda la familia. Me invitó a regresar a la habitación de mi amiga para ayudarle con los últimos detalles. Respondí que en un momento subía.

Doña Catalina se quedó paralizada al ver que llegaba su ex marido, padre de Nahuí. Ataviado con una vestimenta no precisamente adecuada para la ocasión, lo que encendió la ira de doña Cata. El huracán de reclamos, palabras altisonantes y empujones me impedía moverme de mi asiento de concreto en mitad del jardín.

Finalmente, el padre de Nahuí calmó a la fiera y entró a la casa. La fabulosa novia ya lo esperaba en su lecho, entusiasmada por verlo, pero triste y desilusionada por la decisión de casarse con don Servando Billetales.

Cuarenta minutos de espera. Un trayecto que se hizo eterno. Un padre enojado y mal vestido. Una madre desesperada y nerviosa. Una novia con la cara rota y derretida de tanto llorar. Una dama de honor desilusionada con una parte del vestido hecho trizas por el estrés. Una ceremonia que estaba a punto de iniciar. Faltaba que cayera un aguacero y se partiera el cielo en dos.

En el templo se encontraba el ansioso don Servando, parado frente al altar, esperando a su nueva esposa. Salí del lugar desesperada y sintiéndome frustrada por no poder impedir el acto tan desagradable del que en unos instantes sería testigo.

A lo lejos, detrás de un enorme árbol, vi una mano amiga que me hacía señas. Me acerqué. Mónica estaba ahí, vestida de novia, con un vestido similar al de Nahuí.

- Tengo un plan – me dijo – trata de impedir que Nahuí llegue al altar. En lugar de ella, entraré yo con el velo puesto sobre el rostro. Cuando el padre pregunte si deseo casarme con Servando, me quitaré el velo y diré que no. Así lo humillaremos públicamente. Servando es muy orgulloso, no soportará la burla ante sus amigos y tanta gente de alta sociedad, con eso lo destruiremos. Nahuí podrá tener un mejor futuro si no se casa con él. ¿Qué opinas, Sussy?

Aunque parecía un plan de final de telenovela escrita por Yolanda Vargas Dulcé, no se me ocurría nada mejor. Acepté.

La fabulosa novia aún no llegaba. La carroza real se detuvo unas cuadras antes del templo. Mil dudas y un maquillaje derretido en ríos de lágrimas no permitían que se acercara. Recibí una llamada a mi teléfono móvil, era mi amiga que me decía con voz temblorosa que no se quería casar.

Mónica y yo corrimos por la gran avenida empedrada con los tacones en las manos, buscando la esquina donde estaba el coche de bodas. La novia falsa y la dama de honor llegamos descalzas y sudorosas a la esquina entre Gaviotas y Pelícanos, de aquel lujoso fraccionamiento a dos cuadras del mar. De la ventana del coche negro, con el hermoso ramo de alcatraces al frente, salió una mano pidiendo urgentemente que subiéramos.

El gran trabajo que hicieron en el rostro de mi amiga acabó como un cuadro de Picasso, multicolor e indescifrable. La abracé y la escuché. No se quería casar pero no tenía ningún motivo para desistir. Qué mejor motivo que el de no amar a la persona con la que te casas, le dije.

Mónica expuso su plan. Por un instante pensé que Nahuí aceptaría la propuesta. Estaba ciega y necia. Decía que tenía que casarse para darle gusto a su madre y porque la situación económica estaba insoportable. ¿Desde cuándo le importaba el dinero?, pensé.

Seguíamos con nuestro discurso en el momento que una madre furiosa abrió la puerta del coche y casi nos sacaba a patadas.

- No lo puedo creer, Nahuí, ¿qué es lo que tramas? – decía la madre observando de pies a cabeza a Mónica - ¿Esto es una broma de mal gusto o es que también usted se casa?

- Sí, me caso hoy con un buen hombre – respondió la novia falsa.

- Pues que sea muy feliz. Y ahora afuera. Bajen del coche. Mi hija está muy retrasada. Pero mira nada más la cara que traes – desilusionada, limpiaba el rostro derretido de su hija – tu maquillaje costó carísimo. Ni modo. Te tendrás que casar así. Acelere chofer.

El coche inició la marcha de nuevo. Mónica y yo, que habíamos bajado, corríamos detrás del coche gritando a los cuatro vientos: Nahuí, no te cases. Y sólo vimos un rostro mojado e inexpresivo que volteó de medio perfil.

Llegamos a la entrada de la iglesia con el corazón a mil por hora. El cortejo y la novia aún no entraban al recinto. El cura daba su bendición a todos antes de iniciar la misa. El cortejo lo encabezaban siete damas de honor, la madre de la novia con un chambelán, y detrás la novia con su padre, que había conseguido un saco prestado. Llegamos justo cuando el cortejo daba sus primeros pasos hacia el interior del lugar. Alcancé el brazo de Nahuí, lo tomé y la detuve. Ella y su padre voltearon asombrados. En segundos vi dos manos más que sujetaban a la novia. Era Helí, suplicando que no lo hiciera.

Nahuí no lo podía creer. Mónica, por su parte, sujetó al padre de mi amiga, le dijo algo al oído y prosiguió con su plan. Entraron y nadie se percató de que era la novia falsa la que iba del brazo del que parecía un orgulloso padre dejando a su hija en el altar con el “hombre de su vida”.

Helí subió a Nahuí a una motocicleta y se la llevó. Yo tuve que correr hacia adentro del templo y tomar mi lugar de dama con las demás chicas para disimular el plan.

Durante la ceremonia miraba nerviosa a todos lados, con temor de que alguien descubriera que la novia no era la verdadera.

El cura prosiguió con su discurso. En el momento que pidió a don Servando decir sus votos de amor, éste le pidió a la novia que aceptara ser su esposa. El nerviosismo y el silencio se apoderaron del ambiente. Cuando la novia se quitaba el velo para descubrir su rostro, una voz desgarradora paró en seco la acción.

Doña Catalina corrió desesperada hasta donde estaba la novia.

- Nooooo… hija, no te puedes casar con este hombre.

Los invitados, en coro, hicieron evidente su admiración.

- Pero Catalina, ¿qué es lo que pasa? – decía el novio.

- Hija, por favor no aceptes, no te cases con él – lloraba la madre – él no te ama. Él quiere a otra mujer. Y ella lo ama también.

- ¡Catalina! Teníamos un trato…

- Hija, no te puedes casar con él. Yo debería de ser la novia. Yo soy quien lo ama.

De nuevo se escucharon las voces a coro de los invitados. El padre de Nahuí se posó a mi lado y me tomó del brazo, sonriendo agradecido.

En el altar la novia, aún con el velo sobre el rostro, tomaba la mano de la mujer que lloraba a su lado. Con cuidado, la dirigió hacia el hombre con esmoquin que se encontraba al otro extremo.

- Sean felices – les dijo aquella voz distinta a la de la Nahuí – mientras unía las manos de los amantes.

Extrañados, los ahora novios no entendían lo que pasaba. La falsa novia se quitó el velo de la cara y, ante el asombro de todos, Mónica les reiteró su deseo.

- De verdad, sean felices. Son el uno para el otro.

La falsa novia entregó su precioso ramo de alcatraces a Catalina y empezó a retirarse, detrás de ella íbamos el padre de Nahuí y yo, y detrás de nosotros venían las damas y gran parte de los invitados, indignados por el terrible espectáculo de mala telenovela con final impredecible.

Salimos dejando a la “feliz pareja” frente al altar.


Agridulce final.


(Descenlace...)



© 2013 Yonshesko Blandela/ Franko Yoshua Pineda

(Historia original: Yonshesko Blandela. Basada en el cómic 'Historia de amor', realizado por Yonshesko Blandela en abril de 2000)


* La historia completa en De tus labios de fuego

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