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Sueños Recurrentes VII



Sueños Recurrentes

VII

No quiero recordar como me libré de la vergüenza que pasé con Miss Charlotte. El director se equivoca al decir que yo no he destacado, por supuesto que lo he hecho, soy el hazme reír de todo el Instituto. Me lo he ganado a pulso.

Debo de reconocer que es un alivio que Miss Charlotte nos de clases de dibujo. Es muy talentosa, paciente, encantadora… me hace suspirar en cada momento. ¡A mis dieciséis descubro el primer amor! Ya me había tardado. Además creo que Miss Charlotte y yo tenemos cierta conexión. No sé, es algo que no puedo describir. Por momentos, durante la clase, observé como ella me miraba muy seguido. Debo de estar más que loco al pensar que Miss Charlotte me ve diferente a otros alumnos, sin embargo me encanta la desquiciada idea de ser su amor prohibido. ¿Será que es una hechicera? O podría ser que enamora a un alumno en cada escuela en la que da clases. ¡No importa! Necesito urgentemente que me embruje con sus besos.

Sigo soñando despierto con Miss Charlotte en mi habitación. No tengo ninguna otra distracción. Mis compañeros no están. Ellos utilizan su tiempo libre para el deporte, algunos se reúnen en diversos clubes. ¡Que flojera!

Me acuesto en mi cama observando el techo de la habitación. ¿De verdad es necesario estar en esta escuela donde siento que no encajo? Todo es por darles gusto a mis padres. ¡Es injusto! Lo único que vale la pena de aquí son las clases de dibujo y por supuesto Miss Charlotte. ¡Oh, qué mujer! La sangre de mi cuerpo recorre cada vena y se concentra específicamente en una parte de él. Siento que ardo. ¿Será normal que me pase esto? ¡Qué más da!

— Miss Charlote, yo la amo — lo digo en voz alta y sin temor.


Un grito femenino. Estoy de nuevo al borde del precipicio. Se ve la cabaña frente a mí. ¡Qué veo! La misma chica sale corriendo, algo la persigue. No logro ver su rostro, se mueve muy rápido en zigzag. Su vestido parece estar roto, no trae zapatos, su cabello es abundante y se mueve al compás del viento, no deja ver su cara. ¡Tengo que ayudarla!

— Hey, aquí… — la llamo.

Ella hace una pausa en su carrera, al fin dirige su rostro hacia mí… ¡No puede ser! La joven se descubre la cara… ¡es Miss Charlotte!

— ¿Q-Qué pasa? ¿Cómo puedo ayudarte? — nervioso, le digo lo más fuerte que puedo.

Ella permanece callada. Mira hacia atrás y después me regresa la mirada. De su ojo izquierdo veo un hilo delgado de agua. De pronto mueve sus labios. No sé que dice, no alcanzo a escuchar. Susurra algo, pero no comprendo. Vuelve a mirar hacia atrás y me mira con horror suplicando ayuda. Pero ¿cómo demonios llego al otro lado? Ya lo he intentado muchas veces. Miss Charlotte vuelve a gritar y de pronto se avienta al precipicio…

— ¡Nooooooo! —

Me he quedado paralizado con la boca abierta y las manos sobre ella. De pronto siento una corriente de aire que me mueve uno o dos pasos. ¿Qué pasa? No es solo viento, el aire huele mal. Algo gruñe. Es como un ladrido. Algo hay en la cabaña. Se escucha de nuevo. Y unos segundos más tarde aparece fuera de la cabaña. Es un perro negro gigante horriblemente enojado. Mide cerca de dos metros y de su hocico se derrama gran cantidad de baba. Me mira y comienza a ladrar. La corriente de aire me dice que el perro tiene muy mal aliento. Viene rápido sobre mí. Estoy temblando. ¡Diablos! ¿Podrá brincar el precipicio y alcanzarme? No lo pienso descubrir. Me aviento al oscuro precipicio. Y mientras desciendo veo la cabeza del perro ladrándome. Ya no importa. Me libré de él, por lo menos esta vez. Sé que despertaré en algún lado de la escuela y se acabará este sueño. Sigo cayendo. ¿Acaso este precipicio no tiene fin?


Se apagan mis pensamientos y vuelvo a recuperar la razón. De seguro están mis compañeros de cuarto burlándose de mí. Abro los ojos. ¡Diablos! Esta no es mi habitación. Estoy tumbado sobre el grueso brazo de un enorme árbol. ¿Está flotando? No. Creo que estoy en medio del precipicio. El árbol creció en una de las paredes de roca que me rodean. Miro hacia abajo, parece que no tiene fin. Y hacia arriba se logra ver una franja de luz, ¿el cielo? Y una cabeza enorme de un perro horroroso. ¡No puede ser, sigo aquí! Y ahora, ¿qué hago? Me estoy desesperando. ¡Estoy atrapado en mi propio sueño!


(Continuará...)


'Sueños Recurrentes' © 2014 y 2015 Yonshesko Blandela/ Franko Yoshua Pineda 
Foto: 'Le voyage' de Anja Stiegler

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